Apenas ayer y ya es mañana.
El tiempo en su huida hacia delante deja tras de sí la huella del pasado.
Un pasado que nunca es indiferente; por el contrario marca hitos imborrables que conforman nuestra memoria individual y colectiva.
Pasado que alimenta con sus recuerdos el presente
y señala la proyección del futuro.
Después de tantos años de andadura, el tiempo se detiene hoy.
Nosotros lo vamos a parar un instante,
utilizando la energía de los lazos que nos unió
hace veinticinco primaveras, dejando que afloren vivos
nuestros recuerdos y sentimientos en este acto
de conmemoración de la que sin duda todos
rememoramos como una entrañable promoción.
¡Es hermoso ser feliz con estas pequeñas cosas!
UN BRINDIS POR EL REENCUENTRO
Permitidme los aquí presentes:
amigos, conocidos, olvidados,
compañeros, acompañantes, reencontrados…
que interrumpa brevemente
esta agradable reunión,
para pediros un brindis,
pues lo requiere la ocasión.
Celebramos un evento
que en los tiempos que corren
suele ser inusual
y no tiene parangón:
¡Veinticinco años sin vernos
se merecen un festín,
y hasta incluso un botellón!
Un cuarto de siglo
desde que acabamos magisterio
y nos fuimos dispersando
por rutas y veredas
que nos estaban aguardando.
¡Cuántas historias! ¡Cuántos años!
¡Cuántas risas! ¡Cuántos llantos!
Por los logros conseguidos
y también los desengaños.
Evocar nuestro pasado
nos trae a la retina
recuerdos inolvidables;
melancólica nostalgia
de un instante, de un momento:
¡Un baúl abarrotado
de vivencias en el tiempo!.
Un álbum de instantáneas,
puzzle de sentimientos,
que se esconden galopando
en un rincón de nuestros adentros.
La vida, tal como suena,
en su plena inmensidad,
que siendo estudiantes,
en “La Escacciun”,
ya se empezó a fraguar.
Luego con el devenir del tiempo,
nuestro destino se iría descifrando:
los hijos, el trabajo,
la lucha, el esfuerzo,
el gozo, la pena,
la tempestad, la calma…
las pruebas que Dios nos manda.
El camino que nunca acaba
porque cada día se agranda
y se bifurca en senderos
que requieren de más garra.
¿No os parece amigos,
después de esta reflexión
que el tiempo ha pasao volando,
o es solo una percepción?
Sea como fuere
y como ahora es presente,
empecemos con los brindis,
¡Que se me duerme la gente!.
Convendréis conmigo
en que nuestro primer brindis sea
para el “alma” de este encuentro:
el compañero Antonio Bailón,
aunque dejadme que os confiese
que si él no nos “arrejunta”,
ya tenía yo apalabrao
al mismísimo Lobatón.
Por tu esfuerzo, tu constancia,
tu empeño, tu esmero,
tu tiempo y tu tesón ,
te voy a pegar un abrazo
en nombre de los presentes
y de todo corazón.
¡Un brindis por Antonio Bailón!
Y por supuesto que no me olvido
de tus dos fieles colaboradoras:
un aplauso para tu mujer
y para Ana María Carmona.
Que el segundo brindis sea
por los que en aquella época
fueron nuestros profesores:
los que están aquí presentes
y también por los ausentes.
Los conocimientos y valores
que en nosotros inculcaron,
a buen seguro que después
poco a poco maduraron
y a crecer como personas
probablemente nos ayudaron.
¡Un brindis por su labor,
paciencia y dedicación!
Bueno, ya llevamos dos sorbitos.
Como sigamos a este ritmo..
¿No pillaremos un “peito”?
Os miro a todos y pienso.
-¡Qué mala leche tiene la memoria!
¡Jugarnos esta mala pasada!
Pensar que compartimos
toda una época dorada
en nuestra plena juventud
y ahora estrujándonos los sesos
para averiguar quién eres tú.
Digamos que son
los efectos colaterales
del paso inexorable y traicionero
de un tiempo evaporado
que va dejando su huella
de modo casi despiadado.
Ahora estamos canosos, gordos,
calvos, feos y casi, casi mellaos.
¿Cómo quieres que me acuerde
de quién eras tú?….¡Cuñaaaaooooo!
Me refiero a los hombres, claro,
porque a las mujeres, ya veo,
que los años, como a un buen vino,
os ha ido mejorando
y tenéis un lustre tan fino,
que yo estoy alucinando.
Este es un momento mágico.
Hoy es un día único e irrepetible.
Reunirnos para celebrar
el veinticinco aniversario
y convivir este rato,
significa mucho más
que un acto protocolario.
La fibra sensible
que envuelve el corazón
ha despertado en nosotros
aquellos recuerdos dormidos
que un día nos unió
y que han hecho hoy posible
que pasemos un rato felices
y con autentica emoción.
Por este instante capturado.
¡Brindemos por nosotros!
¡Viva nuestra promoción!
Y ya voy acabando amigos,
que esto se empieza a alargar
y mi mujer ya me tiene
las espinillas colorás.
Os lanzo una propuesta
y así termino el poema
con un bonito final:
darle a este acto tan emotivo
una periodicidad anual,
y así tendremos una excusa
para volvernos a juntar
Así que hasta el año que viene
si nos volvemos a encontrar.
Un abrazo compañeros.
Ha sido un día genial.
José María Marín
jmmarin61@hotmail.com
Abril de 2007.